Ya ha empezado el Adviento y con él las calles de nuestra ciudad empiezan a estar adornadas, acicaladas, engalanadas de adornos y luces que irradian espíritu navideño. En nuestros hogares empezamos a preparar el árbol de navidad y el Belén, que son los grandes protagonistas de nuestros salones, y no puede faltar la corona de Adviento, que representa las cuatro semanas antes de la llegada de Jesús, una tradición cristiana muy antigua.
jueves, 6 de diciembre de 2012
jueves, 29 de noviembre de 2012
miércoles, 28 de noviembre de 2012
Mi perro también es demócrata
Dos de la tarde. Una uruguaya,
una catalana, una madrileña y un vasco, la combinación perfecta para discutir sobre política. En principio, el consenso parece
difícil y más si uno de los integrantes de la discusión prefiere comenzar el
ensayo con el siguiente comentario: “un vasco y tres personas más”. Con la idea
más o menos planteada y un bloc de notas bajamos a reponer fuerzas a “100 Montaditos”. Eligiendo los
pedidos empezamos a discutir sobre las distintas maneras de vivir esta
asignatura. Todavía no nos habían
servido cuando a la vista de las distintas opiniones y de lo difícil que sería
llegar a un acuerdo, alguien exclama: “¡cada uno tiene su opinión, no discutáis
más!”. En ese minuto de silencio posterior nos dimos cuenta que acabábamos de
actuar de la misma manera que los políticos a los que íbamos a criticar. Sin
llegar a ninguna conclusión, la conversación quedó zanjada.
Quedarse callado es una opción,
pero no es la única forma de renunciar al diálogo. Tergiversar, contradecir,
descontextualizar, perder las formas,
etc. Son también ejemplos que suelen
terminar con la pérdida del sentido y fin último de las palabras. Rápidamente
nos comenzamos a “ladrar” y nos olvidamos de que: “Quien de verdad sabe de qué
habla, no encuentra razones para levantar la voz”1.
Hace un par de semanas acudimos a
una conferencia sobre “Fe y política”, a cargo de Julio Banacloche. Durante la
ronda de preguntas contó su experiencia en el parlamento: el Partido Popular le
había pedido que defendiera la inconstitucionalidad de la ley del aborto, al
llegar al parlamento expuso su discurso ciñéndose en todo momento al problema
legislativo. En ningún momento atacó la legalización desde el punto de vista
moral. Sin embargo, al finalizar, el representante del PSOE exclamó: “¡Usted
quiere imponer su postura!”. Para contestar a Banacloche este diputado había
preparado un discurso, prejuicioso, que no solo no se adecuaba a lo que este
había expuesto, sino que le había
imposibilitado una escucha atenta.
Cuántas veces nos pasa que antes de que el otro exponga su idea, ya
estamos pensando en cómo vamos a defendernos. Parece que nos gusta escucharnos
hablar a nosotros mismos, más que llegar a verdaderas soluciones. Fácilmente,
renunciamos a pensar en nombre de una falsa tolerancia. Sin escucha, todo
discurso político queda en la mera opinión, de la misma manera que sin diálogo
toda amistad queda en la superficialidad.
Finalmente consideramos que la
existencia de un diálogo argumentado e interactivo en el que los participantes
se escuchan mutuamente y expresan de
manera racional y bien argumentada su opinión, representa la condición básica
de un régimen democrático y que no solo sienta las bases del discurso político,
sino que tiene lugar también en las conversaciones más cotidianas. Todo ello se
resume en un conjunto de normas
cívicas fundamentadas en el respeto, la
escucha y la capacidad de expresión de cada uno de los componentes que dialogan
e interactúan para la búsqueda de “soluciones” concretas, en el caso de los
políticos, o por el mero enriquecimiento
personal, llegando incluso a aceptar como propias las ideas del oponente que
con su discurso y nuestra actitud receptiva han llegado a convencernos.
Pamplona, Noviembre2012
martes, 20 de noviembre de 2012
La sexualidad, hoy y ayer
Son frecuentes los casos de
abusos sexuales y violencia de género, y mucho más frecuente es la publicidad
que pone a la mujer como principal reclamo. Sobra decir que no hablamos aquí de
un reclamo o un atractivo intelectual sino meramente sexual. La mujer no
aparece como un objeto de admiración sino de deseo y posesión desordenada. El erotismo
e incluso la pornografía inundan las páginas de la prensa, las revistas de
moda, las redes sociales, los medios online, los escaparates, las canciones o
las calles. Ante esta situación general, muchos se alarman y buscan culpables.
Sin embargo, me atrevería a decir
que nadie es del todo responsable de este fenómeno. Mejor dicho, o lo somos
todos, o ninguno. Creo que es un círculo vicioso que se retroalimenta solo. ¿Qué
fue antes el huevo o la gallina? Quién empieza, ¿el diseñador de la minifalda
de éxito o la niña de quince años que se remanga la suya y sirve de inspiración
al diseñador? En la sociedad en que vivimos, esta corriente del “destape” en su
punto más álgido se ha instalado y forma parte de nuestra manera de pensar y
ver el mundo, nos agrade o nos parezca denunciable.
Hace cincuenta años, el panorama
era radicalmente distinto. Si hablas del tema con alguna persona de más de
setenta, seguramente te dirá que se encuentra escandalizada por lo que
explicábamos al principio. Si le pides que te hable de cómo vivió él o ella el
tema del sexo, puede que seas tú quien acabe escandalizándose. Mi abuelo me
contó que, para él, cogerle de la mano a mi abuela cuando eran novios era casi
pasarse. En mi opinión, tampoco esto es bueno ni normal. Entonces, ¿qué es lo
natural? ¿Existe una forma de vivir el tema del sexo o la sexualidad
“correcta”? ¿No dependerá más bien del momento histórico en el que uno vive?
Ante estas cuestiones, la
respuesta podría ser que efectivamente, no hay respuesta, y que en un tema tan
polémico o delicado como este, en el que se mezclan moral, religión e
ideologías, no hay forma de medir ni establecer verdades. No obstante,
considero fundamental hacer el esfuerzo de pensar seriamente en el hombre y en qué papel juega la
sexualidad en este desde un punto de vista antropológico. La sexualidad debe
ser una forma de expresar nuestro amor y entrega incondicionales y no solo una
vía para experimentar placer. La mujer es mucho más que un cuerpo o una
actitud, y el hombre mucho más que instinto. Por nuestra condición de humanos
podemos decidir, si no, no estaremos ejerciendo nuestra libertad, que es justo
lo que nos hace humanos. El sexo puede tener como consecuencia el nacimiento de
una persona nos guste o no.
Este hecho ya debería darnos
pistas acerca de la verdadera naturaleza y fin de la sexualidad. Entonces, lo
consideraremos como un valor inamovible en el tiempo y la distancia, y una
verdad para transmitir y defender siempre que lo veamos necesario. Pero, y como
le oí decir a una psiquiatra en cierta ocasión, la sexualidad y todo lo que le
concierne es, al fin y al cabo, solo una parte más del intelecto y del
individuo y merece la misma atención que el resto. Tiene por tanto que estar
integrada y asimilada en equilibrio con otros temas importantes. Sin dejarlo de
lado, pero sin obsesionarnos.
jueves, 1 de noviembre de 2012
martes, 30 de octubre de 2012
Compro, luego pienso
La semana pasada me llegó un e-mail de una tienda de
artículos de belleza de la cual soy socia ofreciéndome el 15% de descuento en
todos los productos durante un mes. Los ojos se me abrieron como platos y
rápidamente mi cerebro empezó a funcionar y a pensar qué compraría. En
realidad no necesitaba nada, pero con ese descuento me veía obligada a comprar
algo, ya que si no lo hacia sentía que estaba perdiendo una oportunidad. Al cabo de unos
días, paseando por Pamplona, di con la tienda en cuestión y fui directa sin
pensar en nada más. Ya tenía pensado qué quería, faltaba ultimar unos detalles.
Resultó que a la hora de pagar solo me descontaron unos pocos céntimos pero yo
ya estaba contenta de mi compra, y casi pensando en la siguiente.
A veces nos pasa que compramos sin ningún sentido y después
tenemos el armario lleno de cosas que no
nos hacen falta, pero como en su día estaba rebajado o de moda era necesario
comprarlo. Escribiendo estas líneas me viene a la cabeza un mail que me ha llegado
esta mañana de mi antiguo colegio, avisando de que como todos los años, se está
organizando un rastrillo solidario con todas las cosas que compramos y no
utilizamos lo que ha servido para despertar en mi mente la preocupación acerca
de las compras compulsivas.
Es indudable que los jóvenes buscamos de forma constante y
apasionada ser felices. Buscamos la
felicidad siempre, en cada momento, en cada minuto de nuestro día. A la mayoría
nos cuesta ser reflexivos y aguantamos mal los momentos de tristeza. Por ello
andamos procurando la satisfacción inmediata, que puede ser fruto de algo tan
simple como la mera adquisición de un objeto que no sabemos si después
utilizaremos. Esta felicidad que no es muy elaborada, nos dará ese sentimiento
de euforia, pero durará poco.
Y así nos acomodamos muy fácilmente pues esta sociedad
parece estar especializada en
proporcionar momentos de alegría intensa, que frecuentemente aparece en la publicidad asociada a la compra. Corremos el riesgo de acomodarnos en la
risa fácil, en una existencia solo orientada al ocio y a una vida social de
apariencias y superficial. No hay iniciativas, se hace solo lo que hace todo el
mundo porque es lo que está de moda, lo que se lleva.
Pero el estilo de vida debería ser propio de cada individuo, y está determinado
por las metas que tiene cada uno, por las experiencias que va viviendo y por
las cosas que va haciendo. Y también se define en los momentos de reflexión, en
los que tomamos decisiones importantes y afrontamos y asumimos lo menos alegre.
Si actuamos como decíamos en líneas anteriores no nos diferenciaremos
prácticamente nada de la mayoría de los animales. Por tanto es importante a mi
parecer, tener un espíritu crítico, las ideas claras, la capacidad de
reflexionar y saber qué estilo de vida
queremos poseer y tener muy claro qué necesitamos para acertar siempre al
comprar.
miércoles, 24 de octubre de 2012
La lectura, la píldora del pensamiento
Vivimos en una
sociedad en la que tal y como describió Heráclito: “Todo fluye, nada
permanece”. Dicho filósofo presocrático utilizó esta frase para expresar la
inestabilidad del mundo y para, según su filosofía, expresar su creencia, de
que el mundo es un ser cambiante en el que jamás encontraras nada inmóvil.
También apunto: “no nos podemos bañar dos
veces en el mismo río”; y es que en el siglo XXI ha dotado a los jóvenes de una
vida “non-stop”. En la que sino se llena uno el tiempo de quehaceres o
actividades nos aburrimos y esto nos puede llevar al peor de los males: pararse
a pensar. Algo que aterroriza a los jóvenes de hoy en día. Es tanto el
movimiento que se caracteriza a nuestra sociedad que ya ni se para uno para
comer. Para esto están los “fast-food” o
los “take-away”. No sólo somos los jóvenes los que sufrimos esta pandemia sinó
el mundo en general.
A decir verdad, han sido las nuevas
tecnologías y la demencia de pensamiento las que hacen que estemos todo el día
en constante actividad. Es por eso que casi siempre se prefiere estar en el
ordenador, tomando algo, pasear con las amigas o ir al gimnasio en lugar de
leer un libro. Y es que la lectura es una de las únicas actividades que nos
permiten sentarnos y pensar, imaginar o descubrir. Antes que nada, para
promover el pensamiento deberíamos promocionar el saber estar sin hacer nada,
tranquilos o incluso aburrirse. Son estos momentos criminales de la vida en los
que podemos tomar mejor nuestras decisiones vitales. Por ejemplo, si por algún
caso de la vida decidiéramos contraer matrimonio entre ruidos y entretenimientos
seria muy probable que acabásemos fracasando.
En conclusión,
lo más importante para hacer aquello que queremos hacer de nuestra vida es
pensar y un buen medio para ello es leer. Siempre y cuando nos permita pararnos
y dedicarle un tiempo. Leer pues de pie en el tren entre barullo no es del todo
recomendable.
martes, 16 de octubre de 2012
Mi autobigrafia
Mi nombre es Anna Gelabert
Colom-Noguera. Nací un 14 de mayo de 1992 en San Cugat del Valles, no recuerdo
muy bien esa etapa de mi vida pero por lo que cuentan era bastante llorona y no
me gustaba nada dormir. Mis padres son farmacéuticos por lo que desde muy
pequeña he estado cerca de esa profesión. Quizá por eso al paso de los años
decidí estudiar Farmacia. Somos cuatro hermanos, yo soy la segunda; el mayor,
Ramón, es un genio en los estudios y estudia ingeniería de puentes y caminos.
Me llevo un año con él y esto hace que nos llevemos bastante bien aunque él es
bastante reservado y muy serio. La siguiente a mí es una chica, Imma, le encanta la investigación y estoy segura de
que va a llegar muy lejos: ella va a empezar ahora Farmacia también. Es lo
mejor tener una hermana pequeña a la que le puedes confiar cosas y sobre todo
compartir ropa. Después viene el
pequeño, Pere, que todavía está en el
colegio, es muy risueño y divertido. Somos una familia muy unida, nos gusta
organizar todo tipo de cosas, desde ir al monte de excursión a buscar
setas hasta un partido de waterpolo
antes de comer en la piscina de casa. Somos una familia llena de
sorpresas. Vivimos en Esplugues de Llobregat,
Barcelona, aunque prácticamente hacemos más vida en Matadepera, un pequeño
pueblo de montaña muy cerca de Barcelona donde solemos ir los fines de semana,
puentes y verano. Allí nos reunimos con el resto de familia materna y con un
montón de amigos. Un ambiente muy tranquilo y
muy familiar.
Durante toda mi infancia y
adolescencia estudié en el Colegio de Fomento Canigó, allí aprendí un montón de
cosas y virtudes que fomentaba el colegio desde que éramos pequeñas. Sobre todo hice muy buenas amistades que
todavía conservo. Sigo recordando los primeros cursos con el uniforme y las
extraescolares que hacía. Era bastante deportista, y todavía lo sigo siendo: me
gusta el baloncesto, bailar, jugar a tenis y a pádel y practicar el esquí en
invierno. Nunca he sido mucho de salir a
correr, prefiero los deportes en equipo y con más gente.
Siempre me han gustado los
idiomas; en el colegio estudiaba castellano, catalán, ingles y francés. Desde
cuarto de primaria ya estaba apuntada a clases particulares de inglés. Tuve la
gran suerte de poder ir a Bristol, a casa de una familia inglesa durante un
trimestre de primero de la ESO. Aprendí un montón y en tercero de la ESO para
acabar de perfeccionar el inglés fui otro trimestre a Manchester a una
residencia de estudiantes con compañeras de clase.
Me gusta mucho viajar y he tenido
la oportunidad de poder estar en casi todos los continentes menos en Oceanía.
Es un gran hobby de toda la familia y sobre todo de mis abuelos maternos. Nos
gusta conocer otras culturas y ambientes. Uno de los sitios que me ha gustado
más ha sido Egipto. He ido dos veces: una de turismo con toda la familia y la
segunda vez como voluntaria a un barrio pobre muy cerca de El Cairo. Allí
estuvimos con niños huérfanos y con discapacitados. Fue una experiencia
inolvidable. La mayoría de mis veranos a partir de bachillerato han estado
dedicados a voluntariados diferentes, empezando con los enfermos de Lourdes
cuando estaba en cuarto de ESO, Lituania en primero de bachiller, y Egipto en
segundo de bachiller. Mis dos últimos veranos me los ha amargado junio, pero
para el año que viene el objetivo es Tanzania, Belén o la India.
Actualmente estoy entre segundo y
tercero de Farmacia en la Universidad de Navarra. Al principio no quería venir
a estudiar aquí pero por motivos académicos acabó siendo mi única opción. Vine
con intención de volver a mi querida Cataluña lo antes posible, pero ya no
tengo ninguna prisa. En Pamplona he encontrado amigos, una ciudad pequeña y
acogedora, y sobre todo al amor de mi vida, un chico que apareció en mi clase
el uno de septiembre de hace tres años siendo un completo desconocido y que hoy
es lo más importante de mi vida.
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