martes, 20 de noviembre de 2012

La sexualidad, hoy y ayer


Son frecuentes los casos de abusos sexuales y violencia de género, y mucho más frecuente es la publicidad que pone a la mujer como principal reclamo. Sobra decir que no hablamos aquí de un reclamo o un atractivo intelectual sino meramente sexual. La mujer no aparece como un objeto de admiración sino de deseo y posesión desordenada. El erotismo e incluso la pornografía inundan las páginas de la prensa, las revistas de moda, las redes sociales, los medios online, los escaparates, las canciones o las calles. Ante esta situación general, muchos se alarman y buscan culpables.
Sin embargo, me atrevería a decir que nadie es del todo responsable de este fenómeno. Mejor dicho, o lo somos todos, o ninguno. Creo que es un círculo vicioso que se retroalimenta solo. ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? Quién empieza, ¿el diseñador de la minifalda de éxito o la niña de quince años que se remanga la suya y sirve de inspiración al diseñador? En la sociedad en que vivimos, esta corriente del “destape” en su punto más álgido se ha instalado y forma parte de nuestra manera de pensar y ver el mundo, nos agrade o nos parezca denunciable.
Hace cincuenta años, el panorama era radicalmente distinto. Si hablas del tema con alguna persona de más de setenta, seguramente te dirá que se encuentra escandalizada por lo que explicábamos al principio. Si le pides que te hable de cómo vivió él o ella el tema del sexo, puede que seas tú quien acabe escandalizándose. Mi abuelo me contó que, para él, cogerle de la mano a mi abuela cuando eran novios era casi pasarse. En mi opinión, tampoco esto es bueno ni normal. Entonces, ¿qué es lo natural? ¿Existe una forma de vivir el tema del sexo o la sexualidad “correcta”? ¿No dependerá más bien del momento histórico en el que uno vive?
Ante estas cuestiones, la respuesta podría ser que efectivamente, no hay respuesta, y que en un tema tan polémico o delicado como este, en el que se mezclan moral, religión e ideologías, no hay forma de medir ni establecer verdades. No obstante, considero fundamental hacer el esfuerzo de pensar seriamente  en el hombre y en qué papel juega la sexualidad en este desde un punto de vista antropológico. La sexualidad debe ser una forma de expresar nuestro amor y entrega incondicionales y no solo una vía para experimentar placer. La mujer es mucho más que un cuerpo o una actitud, y el hombre mucho más que instinto. Por nuestra condición de humanos podemos decidir, si no, no estaremos ejerciendo nuestra libertad, que es justo lo que nos hace humanos. El sexo puede tener como consecuencia el nacimiento de una persona nos guste o no.
Este hecho ya debería darnos pistas acerca de la verdadera naturaleza y fin de la sexualidad. Entonces, lo consideraremos como un valor inamovible en el tiempo y la distancia, y una verdad para transmitir y defender siempre que lo veamos necesario. Pero, y como le oí decir a una psiquiatra en cierta ocasión, la sexualidad y todo lo que le concierne es, al fin y al cabo, solo una parte más del intelecto y del individuo y merece la misma atención que el resto. Tiene por tanto que estar integrada y asimilada en equilibrio con otros temas importantes. Sin dejarlo de lado, pero sin obsesionarnos. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario